Mieloma múltiple

Si sientes temor por el diagnóstico o tratamiento que tu médico de cabecera te entregó en relación a tu cáncer y necesitas que un segundo experto te dé una opinión al respecto, entonces esta ayuda de Care te servirá.

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Es un tipo de cáncer que se desarrolla desde las células plasmáticas, las que están presentes en la médula ósea. Las células plasmáticas son un tipo de glóbulo blanco que participa en el sistema inmune del organismo. Se puede presentar en un hueso (donde se denomina plasmocitoma) o en varios  donde se denomina mieloma múltiple).

El mieloma, en general, produce síntomas cuando está en un estado avanzado. Rara vez produce síntomas en una fase inicial.

 

Los síntomas más frecuentes que pueden hacer sospechar un mieloma son:

 

  • Dolor de huesos.
  • Anemia.
  • Baja de peso.
  • Falla renal.
  • Compromiso general de la salud (decaimiento, baja de apetito, cansancio).

 

En el caso de presentar uno o más de estos síntomas, debe acudir a un médico para que descarte un mieloma. El médico realizará un examen físico y solicitará algunos exámenes para confirmar la sospecha de un mieloma.

Hay varios factores de riesgo que se asocian a la aparición de un mieloma.  Entre los principales están:

 

  • Envejecimiento.
  • Sexo femenino.
  • Personas de raza afroamericana.
  • Antecedentes familiares de mieloma.
  • Obesidad.
  • Antecedente de gammapatia monoclonal idiopática o plasmocitoma.

Lamentablemente, no hay una manera específica de evitar que una persona sufra de mieloma.

No existen programas de detección precoz (tamizaje o screening) para cáncer de mieloma múltiple.

Los síntomas más frecuentes que pueden hacer sospechar un mieloma son:

 

  • Dolor de huesos
  • Anemia
  • Baja de peso
  • Falla renal
  • Compromiso general de la salud (decaimiento, baja de apetito, cansancio)

 

En el caso de presentar uno o más de estos síntomas, Ud. debe acudir a un médico para que descarte un mieloma.

En caso que su médico sospeche un mieloma, puede solicitar los siguientes exámenes, para determinar el tipo, el grado de compromiso y proponer un tratamiento:

 

  • Hemograma.
  • Cuantificación de inmunoglobulinas en la sangre y orina.
  • Perfil bioquímico, para revisar la función renal, calcio, potasio, sodio y otros elementos de la sangre.
  • Mielograma, el que consiste en aspirar células desde la médula ósea para su análisis.
  • Biopsia de médula ósea, el que consiste en obtener un trozo pequeño de hueso para su análisis (en búsqueda de células plasmáticas anormales).
  • Radiografía de los huesos (en general se toman de gran parte del esqueleto).
  • TAC. 
  • RNM, sobre todo en casos con sospecha de daño de otras estructuras (médula espinal, cerebro).
  • PET-CT, para evaluar la presencia de tumores en todo el cuerpo.

En caso que su médico sospeche un mieloma, puede solicitar los siguientes exámenes, para determinar el tipo, el grado de compromiso y proponer un tratamiento:

 

  • Hemograma.
  • Cuantificación de inmunoglobulinas en la sangre y orina.
  • Perfil bioquímico, para revisar la función renal, calcio, potasio, sodio y otros elementos de la sangre.
  • Mielograma, el que consiste en aspirar células desde la médula ósea para su análisis.
  • Biopsia de médula ósea, el que consiste en obtener un trozo pequeño de hueso para su análisis (en búsqueda de células plasmáticas anormales).
  • Radiografía de los huesos (en general se toman de gran parte del esqueleto).
  • TAC. 
  • RNM, sobre todo en casos con sospecha de daño de otras estructuras (médula espinal, cerebro).
  • PET-CT, para evaluar la presencia de tumores en todo el cuerpo.

El conjunto de estos exámenes (algunos o todos los mencionados), permiten determinar en qué etapa está la enfermedad. Según el resultado de los exámenes de sangre y el compromiso óseo, el paciente es clasificado en las distintas etapas del cáncer (I, II, III, donde la etapa I es la más precoz y la III la más avanzada y de peor pronóstico).

 

Al tener la etapa de la enfermedad, el médico tratante, en conjunto con otros especialistas reunidos en un Comité Oncológico, definirán el mejor tratamiento específico para el caso y podrá definir el pronóstico probable de él.

Existen varias formas para tratar un mieloma. El médico tratante, en conjunto con el Comité Oncológico, definirán la mejor opción para cada paciente.

 

Los tratamientos más importantes para el mieloma son: quimioterapia,  radioterapia,  bifosfonatos, trasplante de médula ósea,  inmunoterapia y terapia dirigida.

 

  1. Quimioterapia: consiste en la entrega de drogas por vía endovenosa o en comprimidos orales, las que llegan a todo el organismo y ataca a las células tumorales. La quimioterapia es aplicada en ciclos y puede durar varios meses. En general se entrega una mezcla de drogas. 

 

  1. Radioterapia: consiste en destruir las células cancerosas con rayos X, administrados por una máquina llamada acelerador lineal. En el caso de un mieloma, se usa frecuentemente para tratar los huesos afectados por el mieloma.

 

  1. Bifosfonatos: son medicamentos que se administran de manera endovenosa, a través de un suero, y que permiten fortalecer los huesos afectados y disminuir los niveles de calcio en la sangre. Habitualmente se usan una vez al mes. 

 

  1. Trasplante de médula ósea: consiste en eliminar las células cancerígenas, a través de quimioterapias muy agresivas y radioterapia, para después administrar al enfermo células sanas que permitirán recuperar las células precursoras hematológicas. 

 

  1. Inmunoterapia: consiste en administrar medicamentos que refuerzan el sistema inmunológico y que permite este ataque a las células cancerosas.

 

  1. Terapia dirigida: consiste en entregar algunas drogas que atacan directamente a las células tumorales, según algunas proteínas presentes en su superficie. Es un tratamiento complementario a la quimioterapia.

Los tratamientos mencionados tienen distintos efectos secundarios. Algunos son inmediatos (agudos, días o semanas después de aplicados) y otros son a largo plazo (meses o años después del tratamiento). El médico tratante explicará con mayor detalle estos efectos y cómo evitarlos o disminuir la posibilidad de que ocurran.

 

  1. Quimioterapia: puede producir caída del pelo, fatiga, náuseas y vómitos, dolor abdominal, entre otros. En general son efectos transitorios y que pueden ser prevenidos con medicamentos durante los ciclos o con medicamentos en los días posteriores.

 

  1. Radioterapia: puede producir irritación de la piel y diferentes síntomas, según la zona anatómica que se trate.

En el caso de estar afiliado a FONASA, el paciente será derivado al centro de salud que le corresponde según su domicilio, donde se realizará el diagnóstico, etapificación, tratamiento y seguimiento.

Gracias a la última actualización de copago 0, de aquello que sí cubre el GES ahora tendrán cobertura en el 100% de sus costos en todas sus atenciones en el sistema público de salud: AUGE/GES, urgencias que requieren hospitalización, medicamentos, prótesis, tratamientos odontológicos y de salud mental, programas especiales (cirugía bariátrica, fertilización in vitro), entre otros. Con esta medida, las personas ya no tendrán que pagar copago del 10% (en el caso del tramo C), ni del 20% (en el caso del tramo D) de las prestaciones recibidas.  Al igual que los tramos A y B, las atenciones serán gratuitas en consultorios, hospitales, entre otros.

  • Si eres Fonasa tramo A , B, C o D: tendrás copago 0 por las atenciones recibidas. Es decir, cobertura del 100 % de los costos en aquello que está incluido en la canasta GES.

En el caso de ser un paciente Isapre, esta institución definirá el prestador al que el paciente será derivado, para recibir las prestaciones de diagnóstico, etapificación, tratamiento y seguimiento.  El paciente tiene derecho a financiarlas a través de su plan de salud o por el CAEC (seguro catastrófico), el que debe ser activado por el paciente. Ir a tipos de coberturas

Terminar el tratamiento es un motivo de alegría y descanso. Lo que viene son controles de seguimiento con el médico tratante, donde se evalúa el estado general del paciente, efectos de los tratamientos y se buscan signos de recaída de la enfermedad.

 

En el caso del mieloma, este seguimiento dura 5 años, aunque los primeros años serán más seguidos y ya luego una vez al año.