Cáncer de Esófago

Es el tipo de cáncer que se desarrolla en el esófago (poner dibujo)
Consiste en el crecimiento anormal de células de los tejidos del esófago, las que pueden afectar localmente y, en etapas más avanzadas, producir metástasis en otras partes del cuerpo.

Es el tipo de cáncer que se desarrolla en el esófago (poner dibujo)
Consiste en el crecimiento anormal de células de los tejidos del esófago, las que pueden afectar localmente y, en etapas más avanzadas, producir metástasis en otras partes del cuerpo.

Signos y síntomas de alarma

En general este cáncer no presenta síntomas hasta que ha crecido. La forma más frecuente de detección es presentar síntomas tales como:

  • Dolor torácico o abdominal.
  • Baja de peso en casos avanzados.
  • Hemorragia digestiva alta.
  • Disfonía (ronquera).
  • Dificultad para tragar (disfagia).
  • Presencia de ganglios en el cuello
  • Vómitos.

En el caso de presentar uno o más de estos síntomas, se debe acudir a un médico para que descarte un cáncer de esófago. El médico realizará un examen físico y solicitará algunos exámenes para confirmar la sospecha

Hay varios factores de riesgo que se asocian a la aparición de un cáncer de esófago. Entre los principales están:

  • Tabaquismo
  • Consumo de alcohol
  • Envejecimiento
  • Reflujo gastro-esofágico
  • Esófago de Barrett
  • Obesidad
  • Acalasia esofágica
  • Lesiones del esófago (por ingestión de cáusticos).

Se puede disminuir el riesgo de padecer un cáncer de esófago si se evitan los factores de riesgo ya mencionados:

  • Consumo de tabaco
  • Consumo de alcohol
  • Obesidad
  • Tratamiento adecuado del reflujo gastro-esofágico

No existen programas de detección precoz (tamizaje o screening) para el cáncer de esófago.

El cáncer de esófago produce síntomas cuando crece e invade localmente órganos vecinos.

En caso que su médico sospeche un cáncer de esófago, puede solicitar los siguientes exámenes:

  • Radiografía con bario, para ver alguna obstrucción del esófago.
  • Endoscopía digestiva alta, para detectar un tumor del esófago y tomar biopsia si se encuentra.
  • Biopsia, en donde se extrae una muestra del tumor.
  • Ecografía cervical, para buscar ganglios en el cuello.
  • Tomografía computarizada (TAC) de cabeza y cuello, tórax y abdomen, para evaluar la presencia de un tumor en alguna estructura y si ha invadido órganos vecinos, así como la presencia de metástasis pulmonares o hepáticas.
  • Resonancia magnética de tórax y/o abdomen, el que permite definir con exactitud el tamaño y forma del tumor.
  • Endosonografía esofágica, el que permite caracterizar el tumor e identificar metástasis en los ganglios cercanos.
  • PET-CT para detectar lesiones en cualquier parte del cuerpo.

El cáncer de esófago produce síntomas cuando crece e invade localmente órganos vecinos.

En caso que su médico sospeche un cáncer de esófago, puede solicitar los siguientes exámenes:

  • Radiografía con bario, para ver alguna obstrucción del esófago.
  • Endoscopía digestiva alta, para detectar un tumor del esófago y tomar biopsia si se encuentra.
  • Biopsia, en donde se extrae una muestra del tumor.
  • Ecografía cervical, para buscar ganglios en el cuello.
  • Tomografía computarizada (TAC) de cabeza y cuello, tórax y abdomen, para evaluar la presencia de un tumor en alguna estructura y si ha invadido órganos vecinos, así como la presencia de metástasis pulmonares o hepáticas.
  • Resonancia magnética de tórax y/o abdomen, el que permite definir con exactitud el tamaño y forma del tumor.
  • Endosonografía esofágica, el que permite caracterizar el tumor e identificar metástasis en los ganglios cercanos.
  • PET-CT para detectar lesiones en cualquier parte del cuerpo.


El conjunto de estos exámenes (algunos o todos los mencionados), permiten determinar en qué etapa está la enfermedad. Esto según: el tamaño del tumor y compromiso de estructuras vecinas, la presencia de ganglios comprometidos y otros órganos con metástasis. Con toda esa información, el paciente es clasificado en las distintas etapas del cáncer (I, II, III o IV), donde la etapa I es la más precoz y la IV la más avanzada y de peor pronóstico.

Al tener la etapa de la enfermedad, el médico tratante, en conjunto con otros especialistas, definirán el mejor tratamiento específico y pronóstico probable. Esta reunión se conoce como Comité Oncológico.

Existen varias formas para tratar un cáncer de esófago. El médico tratante, en conjunto con el Comité Oncológico, definirán la mejor opción para cada paciente.

Los tratamientos más importantes para el cáncer de esófago son: cirugía, radioterapia, quimioterapia e inmunoterapia.

  1. Cirugía: corresponde a la extracción completa o parcial del esófago y los ganglios cercanos al órgano. Hay varias formas de realizar esta cirugía, el médico tratante define cuál realizar y le explica al paciente sus beneficios y riesgos. Es una gran cirugía, la que requiere habitualmente cuidados intensivos en los días posteriores.
  2. Radioterapia: consiste en destruir células cancerosas con rayos de alta energía. Esta radiación se entrega en unos equipos llamados aceleradores lineales, los que irradian a distancia el esófago y los ganglios cercanos. Puede ser: tratamiento exclusivo (en pacientes que no se operan) o previo a la cirugía. En este último será en combinación con quimioterapia para disminuir el tamaño tumoral y tener mejor resultado. También se usa para paliar síntomas en casos incurables.
  3. Quimioterapia: consiste en la entrega de drogas por vía endovenosa o en comprimidos orales, los que llegan a todo el organismo y atacan a las células tumorales del tumor o en las metástasis, si están presentes. La quimioterapia es aplicada en ciclos y puede durar varios meses. En general se entrega una mezcla de drogas.

Los tratamientos mencionados tienen distintos efectos secundarios. Algunos son inmediatos (agudos, días o semanas después de aplicados) y otros son a largo plazo (meses o años después del tratamiento). El médico tratante explicará con mayor detalle estos efectos y cómo evitarlos o disminuir la posibilidad de que ocurran.

  1. Cirugía: los efectos secundarios son variables y no siempre ocurren. En general los pacientes presentan dificultad para comer o hablar, así como dificultad para subir de peso.
  2. Radioterapia: mientras se aplica puede producir síntomas como: dolor, irritación de piel y mucosas, dificultad para tragar y fatiga. Es habitual que los pacientes con radioterapia deban alimentarse por sondas (a través de la nariz o gastrostomía).
  3. Quimioterapia: puede producir fatiga, náuseas, vómitos y dolor abdominal, entre otros. En general son efectos transitorios y que pueden ser prevenidos con medicamentos durante los ciclos o con medicamentos en los días posteriores.

Esta patología no está considerada dentro de las Garantías Explicitas en Salud GES.
En el caso de estar afiliado a FONASA, el costo del tratamiento está cubierto en su totalidad en la red pública.
En el caso de ser un paciente ISAPRE, esta entidad definirá el prestador al que el paciente será derivado. El paciente tiene derecho a financiarlas a través de su plan de salud. Además, puede solicitar la Cobertura Adicional para Enfermedades Catastróficas CAEC, cuya activación debe ser iniciada por el paciente.
Las personas aseguradas en los Sistemas de Salud Previsional de las Fuerzas Armadas (CAPREDENA) y de Orden y Seguridad Pública y Gendarmería de Chile (DIPRECA) tienen cobertura en las prestaciones de salud disponibles en su red asistencial.

Terminar el tratamiento es un motivo de alegría y descanso. Lo que viene son controles de seguimiento con el médico tratante, donde se evalúa el estado general del paciente, efectos de los tratamientos y se buscan signos de recaída de la enfermedad.

En el caso del cáncer de esófago, este seguimiento dura 5 años, aunque los primeros años serán más seguidos y ya luego una vez al año.