Si la biopsia confirma que la persona tiene un cáncer de cuello uterino, se realizan algunos exámenes para definir si el tumor se ha diseminado a otros órganos, lo que se conoce como presencia de “metástasis”. Este proceso se conoce como etapificación.
Para una adecuada etapificación de un cáncer de cuello uterino, el médico puede solicitar los siguientes exámenes (no todos necesariamente, esto depende del cuadro clínico del paciente):
- Historia médica y examen físico, incluyendo un tacto rectal y vaginal.
- Hemograma, para detectar anemia.
- Colposcopía, para realizar un examen detallado del cuello del útero.
- Radiografía de tórax, para detectar metástasis pulmonares.
- Tomografía axial computarizada (TAC) de tórax, abdomen y pelvis, para detectar metástasis pulmonares, hepáticas o en otros órganos.
- Resonancia nuclear magnética (RNM). Se puede solicitar para caracterizar un tumor del cuello uterino y descubrir ganglios comprometidos.
- Tomografía por emisión de positrones (PET-CT): es un examen que permite detectar metástasis en cualquier parte del cuerpo.
- Rectoscopía, para descartar invasión del recto.
- Cistoscopía, para descartar invasión de la vejiga urinaria.
Una vez completada la etapificación, el paciente puede ser clasificado en etapa 1, 2, 3 ó 4, en donde la 1 es la con menor cantidad de enfermedad y mejor pronóstico y la 4 donde se presentan metástasis en algún órgano, con menos probabilidad de recuperarse con los tratamientos de manera definitiva.
Su médico, en conjunto con otros especialistas, definirá el tratamiento más adecuado según la etapa del cáncer en que se encuentre la persona. Esta definición se realiza en una reunión denominada Comité Oncológico.