Cáncer de cuello uterino

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Es el tipo de cáncer que se desarrolla en el cuello del útero (en el tercio inferior del útero y que lo conecta con la vagina hacia el exterior). 

Consiste en el crecimiento anormal de células del cuello uterino, las que pueden afectar localmente al órgano y, en etapas más avanzadas, producir metástasis en otras partes del cuerpo.

 

El cáncer de cuello uterino en general no produce síntomas hasta que se propaga fuera de él.  En caso de que el tumor haya crecido y produzca síntomas, éstos pueden ser:

 

  • Sangramiento por la vagina distinto a la menstruación.
  • Dolor pélvico.
  • Dolor o sangramiento al tener relaciones sexuales.
  • Secreción de mal olor por la vagina.
  • Anemia.
  • Baja de peso.

 

En caso de presentar estos síntomas, se debe acudir al médico, quien realizará un examen físico (incluyendo tacto vaginal y rectal), solicitará exámenes y obtendrá una biopsia.

En caso de personas que se realizan exámenes de detección precoz como el PAP o test de detección del VPH, si estos resultan alterados, serán evaluados por un ginecólogo, quien hará distintos exámenes para descartar un cáncer de cuello uterino.

Hay varios factores de riesgo que se asocian a la aparición de un cáncer de cuello uterino. Entre los principales están:

 

  • Infección por el Virus del Papiloma Humano (VPH), es el principal riesgo para presentar esta enfermedad. Este virus se transmite por contacto sexual. Existen virus de bajo y alto riesgo para provocar un cáncer cervicouterino. Actualmente en Chile no está disponible en forma masiva el test para detectar esta infección, pero desde 2014 las niñas y desde el 2019 los niños de 9 años reciben la vacuna para evitar esta infección.
  • Antecedentes de la vida sexual: inicio precoz de la actividad sexual (antes de los 18 años), tener muchas parejas sexuales, tener una pareja con alto riesgo de contagio por VPH (portador del virus o con múltiples parejas sexuales).
  • Consumo de tabaco.
  • Personas inmunocomprometidas.
  • Nivel socioeconómico bajo.

Dado que el principal factor de riesgo es la infección por el Virus del Papiloma Humano (VPH), se puede evitar este contagio a través de: la vacunación, uso de condón al tener relaciones sexuales, iniciar la actividad sexual después de los 18 años y tener un número limitado de parejas sexuales.

La detección oportuna de un cáncer de cuello uterino corresponde a la que se realiza antes de que la persona tenga síntomas de la enfermedad. Mientras más pequeño y menos avanzado se detecte un cáncer de cuello uterino, mejor es su pronóstico y menos agresivo el tratamiento oncológico.

 

En Chile, existe un programa de detección precoz en base al Papanicolaou (PAP), para mujeres entre 25 y 64 años, el que debe repetirse cada 3 años en caso de resultar normal. El examen de PAP consiste en tomar una muestra del cuello uterino, la que es analizada en un laboratorio para buscar células sospechosas de cáncer. En caso de resultar alterado, la persona debe ser evaluada por un especialista para descartar un cáncer.

 

Otro examen es la detección del contagio por el VPH. En caso de resultar positivo, la mujer debe realizarse el PAP de manera anual, porque tiene mayor riesgo de un cáncer cervicouterino.

En el caso que se sospeche un cáncer de cuello uterino, el médico puede solicitar los siguientes exámenes:

 

  • Historia médica y examen físico, incluyendo un tacto rectal y vaginal.
  • Hemograma, para detectar anemia.
  • Colposcopía, para realizar un examen detallado del cuello del útero.
  • Papanicolau (PAP), el que se realiza a través de un raspado suave del cuello uterino para obtener células cancerosas o precancerosas.
  • Biopsia del cuello uterino, cuando se observa un tumor o hay un PAP y colposcopía sospechosos de cáncer
  • Radiografía de tórax, para detectar metástasis pulmonares.
  • Tomografía axial computarizada (TAC) de tórax, abdomen y pelvis, para detectar metástasis pulmonares, hepáticas o en otros órganos.
  • Resonancia nuclear magnética (RNM). Se puede solicitar para caracterizar un tumor del cuello uterino y descubrir ganglios comprometidos.
  • Tomografía por emisión de positrones (PET-CT): es un examen que permite detectar metástasis en cualquier parte del cuerpo. 
  • Rectoscopía, para descartar invasión del recto.
  • Cistoscopía, para descartar invasión de la vejiga urinaria.

El cáncer de cuello uterino en general no produce síntomas hasta que se propaga fuera de él.  En caso de que el tumor haya crecido y produzca síntomas, éstos pueden ser:

  • Sangramiento por la vagina distinto a la menstruación
  • Dolor pélvico
  • Dolor o sangramiento al tener relaciones sexuales
  • Secreción de mal olor por la vagina
  • Anemia
  • Baja de peso

 

En caso de presentar estos síntomas, la persona debe acudir a su médico, el cual realizará un examen físico, incluyendo un tacto vaginal y rectal, solicitará exámenes y obtendrá una biopsia de este mismo.

 

En caso de personas que se realizan exámenes de detección precoz como el PAP o test de detección del VPH, si estos resultan alterados, será evaluada por un ginecólogo que hará distintos exámenes para descartar un cáncer de cuello uterino.

Si la biopsia confirma que la persona tiene un cáncer de cuello uterino, se realizan algunos exámenes para definir si el tumor se ha diseminado a otros órganos, lo que se conoce como presencia de “metástasis”. Este proceso se conoce como etapificación.

 

Para una adecuada etapificación de un cáncer de cuello uterino, el médico puede solicitar los siguientes exámenes (no todos necesariamente, esto depende del cuadro clínico del paciente):

 

  • Historia médica y examen físico, incluyendo un tacto rectal y vaginal.
  • Hemograma, para detectar anemia.
  • Colposcopía, para realizar un examen detallado del cuello del útero.
  • Radiografía de tórax, para detectar metástasis pulmonares.
  • Tomografía axial computarizada (TAC) de tórax, abdomen y pelvis, para detectar metástasis pulmonares, hepáticas o en otros órganos.
  • Resonancia nuclear magnética (RNM). Se puede solicitar para caracterizar un tumor del cuello uterino y descubrir ganglios comprometidos.
  • Tomografía por emisión de positrones (PET-CT): es un examen que permite detectar metástasis en cualquier parte del cuerpo. 
  • Rectoscopía, para descartar invasión del recto.
  • Cistoscopía, para descartar invasión de la vejiga urinaria.

 

Una vez completada la etapificación, el paciente puede ser clasificado en etapa 1, 2, 3 ó 4, en donde la 1 es la con menor cantidad de enfermedad y mejor pronóstico y la 4 donde se presentan metástasis en algún órgano, con menos probabilidad de recuperarse con los tratamientos de manera definitiva. 

Su médico, en conjunto con otros especialistas, definirá el tratamiento más adecuado según la etapa del cáncer en que se encuentre la persona. Esta definición se realiza en una reunión denominada Comité Oncológico.

Existen varias formas para tratar un cáncer de cuello uterino. El médico tratante, en conjunto con el Comité Oncológico, definirán la mejor opción para cada paciente.

 

Los tratamientos más importantes para el cáncer de cuello uterino son: cirugía, radioterapia, quimioterapia,  inmunoterapia y algunas terapias dirigidas. 

 

  1. Cirugía: se realiza en la mayor parte de los pacientes con etapas precoces o en lesiones precancerosas. En estos casos, se puede realizar una cirugía denominada cono, en que se reseca la lesión. En caso de confirmarse un cáncer, eventualmente la paciente puede requerir una cirugía mayor, como una histerectomía. Una vez analizado el resultado de la biopsia operatoria, se definirá si el paciente requiere quimioterapia o radioterapia para completar el tratamiento.

 

  1. Radioterapia: consiste en destruir células cancerosas con rayos de alta energía. Esta radiación se entrega en unos equipos llamados aceleradores lineales, que irradian a distancia el tumor rectal y los ganglios que pudiesen estar comprometidos. La radioterapia se usa en conjunto con quimioterapia cuando el tumor es de un tamaño mayor a 4 centímetros o invade estructuras fuera del cuello uterino.

 

  1. Quimioterapia: consiste en la entrega de drogas por vía endovenosa o en comprimidos orales, las que llegan a todo el organismo y atacan a las células tumorales circulantes o en las metástasis, si están presentes. La quimioterapia es aplicada en ciclos y puede durar varios meses. En general se entrega una mezcla de drogas. 

 

  1. Inmunoterapia: consiste en administrar medicamentos que refuerzan el sistema inmunológico, lo que permite que éste ataque a las células cancerosas.

 

  1. Terapias dirigidas: consisten en medicamentos específicos que atacan a la célula cancerosa a través de ciertas proteínas que se encuentran en su superficie.

Los tratamientos mencionados tienen distintos efectos secundarios. Algunos son inmediatos (agudos, días o semanas después de aplicado) y otros son a largo plazo (meses o años después del tratamiento). 

 

  1. Cirugía: los efectos secundarios de ella, en general, son pocos. Eventualmente, puede haber complicaciones postoperatorias como infecciones. En caso de realizarse una histerectomía (resección completa del útero) la paciente queda infértil. 

 

  1. Radioterapia: puede producir enrojecimiento de la piel y algunas heridas al finalizar las sesiones, las que se recuperan rápidamente con curaciones. Es frecuente presentar cansancio y exceso de sueño durante el tratamiento. También es común presentar diarrea, náuseas o vómitos y dolor abdominal durante las semanas que dura la terapia. También produce infertilidad.

 

  1. Quimioterapia: puede producir fatiga, náuseas y vómitos, dolor abdominal, entre otros. En general son efectos transitorios, los que pueden ser prevenidos con medicamentos durante los ciclos o en los días posteriores.

El cáncer de cuello uterino es una enfermedad cubierta por el GES. Esto significa que, una vez existe la sospecha diagnóstica, el médico tratante debe notificar al paciente de este beneficio.

En el caso de estar afiliado a FONASA, el paciente será derivado al centro de salud que le corresponde según su domicilio, donde se realizará el diagnóstico, etapificación, tratamiento y seguimiento. Cada etapa tiene una serie de prestaciones financiadas (conocidas como canastas). Para los pacientes Fonasa, gracias a la última actualización de copago 0, de aquello que sí cubre el GES ahora tendrán cobertura en el 100% de sus costos en todas sus atenciones en el sistema público de salud: AUGE/GES, urgencias que requieren hospitalización, medicamentos, prótesis, tratamientos odontológicos y de salud mental, programas especiales (cirugía bariátrica, fertilización in vitro), entre otros. Con esta medida, las personas ya no tendrán que pagar copago del 10% (en el caso del tramo C), ni del 20% (en el caso del tramo D) de las prestaciones recibidas.  Al igual que los tramos A y B, las atenciones serán gratuitas en consultorios, hospitales, entre otros.

  • Si eres Fonasa tramo A , B, C o D: tendrás copago 0 por las atenciones recibidas. Es decir, cobertura del 100 % de los costos en aquello que está incluido en la canasta GES.

En el caso de ser un paciente Isapre, esta institución definirá el prestador al que el paciente será derivado para recibir el diagnóstico, etapificación, tratamiento y seguimiento. También se debe realizar un copago parcial de la mayoría de estos exámenes y tratamientos. Si alguna prestación no está incorporada a las autorizadas por el GES, el paciente tiene derecho a financiarlas a través de su plan de salud o por el CAEC (seguro catastrófico), el que debe ser activado por el paciente. Ir a tipos de coberturas 

Terminar el tratamiento es un motivo de alegría y descanso. Lo que viene son controles de seguimiento con el médico tratante, donde se evalúa el estado general del paciente, efectos de los tratamientos y se buscan signos de recaída de la enfermedad. 

 

En el caso del cáncer de cuello uterino, este seguimiento puede durar de por vida, aunque los primeros años serán más seguidos y ya luego una vez al año.