Cáncer colorrectal

Si sientes temor por el diagnóstico o tratamiento que tu médico de cabecera te entregó en relación a tu cáncer y necesitas que un segundo experto te dé una opinión al respecto, entonces esta ayuda de Care te servirá.

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Es el tipo de cáncer que se desarrolla en el intestino grueso. Cuando el tumor se ubica en la parte final del colon, denominada recto, se denomina cáncer de recto. 

Este cáncer sucede por un crecimiento anormal de células de los tejidos del colon o del recto, las que pueden afectar localmente al órgano y, en etapas más avanzadas, producir metástasis en otras partes del cuerpo.

 

Los síntomas más frecuentes de las personas que sufren un cáncer colorrectal son:

 

  • Cambio de la forma de las deposiciones (caca). Pueden ser de menor tamaño, más delgadas o aparecer constipación (estitiquez).
  • Sangramiento por el ano, ya sea al momento de defecar o en forma espontánea (puede ser sangre fresca u oscura mezclada con las heces).
  • Baja de peso.
  • Dolor abdominal.
  • Palpación de masa en el abdomen.
  • Anemia sin origen conocido.
  • Decaimiento y fatiga.
  • En casos muy avanzados, puede debutar con síntomas de una obstrucción del intestino (con dolor abdominal, vómitos y ausencia de eliminación de deposiciones o gases) o de perforación intestinal (dolor abdominal intenso, signos de irritación peritoneal al examen físico y fiebre en algunas ocasiones). 

 

En caso de presentar estos síntomas, se debe acudir al médico, el cual le solicitará algunos exámenes, entre ellos una colonoscopía, la  que permite diagnosticar el tumor y tomar una biopsia de este mismo. 

 

Puede pasar que se detecte el tumor en el servicio de urgencia y la solución, la mayoría de las veces, es una cirugía de urgencia.

Hay varios factores de riesgo que se asocian a la aparición de un cáncer colorrectal. Entre los principales están:

 

  • Sobrepeso u obesidad
  • Sedentarismo
  • Factores alimentarios: alto consumo de carnes rojas y procesadas, embutidos.
  • Tabaquismo.
  • Consumo de alcohol.
  • Envejecimiento (el riesgo aumenta sobre los 50 años).
  • Antecedente personal de pólipos en el intestino grueso.
  • Antecedente personal de enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa).
  • Antecedente familiar de cáncer colorrectal (en familiares directos como padres o hermanos, sobre todo si el cáncer ocurrió antes de los 45 años).
  • Síndromes hereditarios como Síndrome de Lynch, poliposis adenomatosa familiar, entre otros.
  • Raza negra.
  • Diabetes Mellitus 2.

Alguno de los factores de riesgo para tener un cáncer colorrectal están asociados a estilo de vida y hábitos. Las recomendaciones para evitar sufrir este cáncer son:

 

  • Evitar el sobrepeso y la inactividad física.
  • Evitar el consumo de alcohol.
  • Evitar fumar.
  • Mantener una alimentación saludable que incluya frutas, verduras y granos integrales y que, a su vez, limite o evite el consumo de carnes rojas y procesadas, así como de bebidas endulzadas con azúcar.

La detección oportuna de un cáncer colorrectal corresponde a la que se realiza antes de que la persona tenga síntomas de la enfermedad. Mientras más pequeño y menos avanzado se detecte un cáncer colorrectal, mejor es su pronóstico y menos agresivo el tratamiento oncológico.

 

En Chile, no existe un programa de detección precoz o tamizaje. Algunas guías internacionales recomiendan realizar los siguientes exámenes:

 

  • En personas con un riesgo promedio de presentar un cáncer colorrectal (aquellas sin antecedentes familiares, antecedentes personales de cáncer colorrectal, o pólipos intestinales, enfermedad inflamatoria intestinal o síndromes genéticos), se recomienda comenzar a los 45 años con un examen de detección de sangre en las deposiciones. Si resulta positivo, se realiza una colonoscopía. Si ésta descarta un cáncer colorrectal, se debe repetir cada 10 años.
  • En personas con un riesgo mayor de cáncer colorrectal (por presentar antecedentes familiares, antecedentes personales de cáncer colorrectal, enfermedad inflamatoria intestinal o síndromes genéticos), se recomienda consultar con su médico la mejor manera de realizar una detección precoz. En general se realiza una colonoscopía antes de los 45 años y con una frecuencia mayor en aquellas personas con riesgo promedio de cáncer colorrectal.

 

En algunos casos puede encontrarse un tumor de tamaño pequeño denominado pólipo que, al resecarse, puede mostrar células cancerosas o células alteradas precursoras de un cáncer en el futuro.

Los síntomas más frecuentes de las personas que sufren un cáncer colorrectal son:

  • Dolor abdominal o pélvico
  • Sangramiento por el ano (puede ser sangre fresca u oscura mezclada con las heces)
  • Deposiciones de forma distinta a lo normal
  • Constipación o diarrea
  • Anemia de origen desconocido
  • Decaimiento y fatiga
  • En casos graves de perforación del tumor u obstrucción intestinal, dolor, fiebre, vómitos y signos de peritonitis que obligan a una cirugía de urgencia. 

 

En caso de presentar estos síntomas, la persona debe acudir a su médico, el cual le solicitará algunos exámenes, entre ellos una colonoscopía, que permite diagnosticar el tumor y tomar una biopsia de este mismo.

 

En caso de personas que se realizan exámenes de detección precoz como test de hemorragias fecales ocultas y colonoscopías, puede encontrarse un tumor de pequeño tamaño denominado pólipo, que al resecarse puede mostrar células cancerosas o células alteradas precursoras de un cáncer en el futuro.

En el caso que se sospeche un cáncer de colon o recto, el médico puede solicitar los siguientes exámenes:

 

  • Historia médica y examen físico, incluyendo un tacto rectal.
  • Hemograma, para detectar anemia.
  • Colonoscopía, para detectar un tumor del colon. Si aparece un tumor, se debe realizar una biopsia para confirmar o descartar un cáncer. 
  • Rectoscopía, para confirmar la presencia de un tumor palpado con el tacto rectal, tomar una biopsia y definir si existe compromiso del canal anal.
  • Ecografía abdominal, para detectar el tumor del colon y posible metástasis en el hígado.
  • Radiografía de tórax, para detectar metástasis pulmonares.
  • Tomografía axial computarizada (TAC) de tórax, abdomen y pelvis, para detectar metástasis pulmonares, hepáticas o en otros órganos, además de caracterizar el tumor del colon.
  • Resonancia nuclear magnética (RNM). Se puede solicitar para caracterizar un tumor del recto y descubrir ganglios comprometidos. También se puede pedir para confirmar la presencia de metástasis en el hígado. 
  • Endosonografía rectal, para delimitar tamaño y presencia de ganglios sospechosos en pacientes con un cáncer de recto.

 Tomografía por emisión de positrones (PET-CT): es un examen que permite detectar metástasis en cualquier parte del cuerpo.

Si la biopsia confirma que la persona tiene un cáncer colorrectal, se realizan algunos exámenes para definir si el tumor se ha diseminado a otros órganos, lo que se conoce como presencia de metástasis. Este proceso se conoce como etapificación.

 

Para una adecuada etapificación de un cáncer colorrectal, el médico puede solicitar los siguientes exámenes (no todos necesariamente, esto depende del cuadro clínico del paciente):

 

  • Historia médica y examen físico, incluyendo un tacto rectal.
  • Hemograma, para detectar anemia.
  • Colonoscopía, para detectar un tumor del colon. Si aparece un tumor, se debe realizar una biopsia para confirmar o descartar un cáncer. 
  • Rectoscopía, para confirmar la presencia de un tumor palpado en el tacto rectal, tomar una biopsia y definir si existe compromiso del canal anal.
  • Ecografía abdominal, para detectar el tumor del colon y posible metástasis en el hígado.
  • Radiografía de tórax, para detectar metástasis pulmonares.
  • Tomografía axial computarizada (TAC) de tórax, abdomen y pelvis, para detectar metástasis en pulmones, hígado u otro órgano.
  • Resonancia nuclear magnética (RNM). Se puede solicitar para caracterizar un tumor del recto y descubrir ganglios comprometidos. También se puede pedir para confirmar la presencia de metástasis en el hígado. 
  • Endosonografía rectal, para delimitar tamaño y presencia de ganglios sospechosos en pacientes con un cáncer de recto.
  • Tomografía por emisión de positrones (PET-CT): es un examen que permite detectar metástasis en cualquier parte del cuerpo.

 

 En general, el cáncer colorrectal puede presentar metástasis en los ganglios cercanos al tumor. En cuanto a metástasis en otros órganos, los más frecuentes son en hígado, pulmones y hueso. 

 

Una vez el paciente es sometido a una cirugía para extraer el tumor del colon, más los ganglios cercanos, el médico patólogo informa en la biopsia el tamaño del tumor, los niveles de la pared del colon que invade y la presencia de metástasis en los ganglios. Esto también permite realizar la etapificación del caso y definir si se requiere algún tratamiento complementario como quimioterapia, radioterapia o terapias dirigidas.

 

Una vez completada la etapificación preoperatoria y la posterior a la cirugía, el paciente puede ser clasificado en etapa 1, 2, 3 ó 4. La 1 es la con menor avance de enfermedad y mejor pronóstico y la 4 es cuando  se presenta metástasis en algún órgano, con menos probabilidad de recuperarse con los tratamientos de manera definitiva. 

 

El médico, en conjunto con otros especialistas, definirá el tratamiento más adecuado según la etapa del cáncer en que se encuentre la persona. Esta definición se realiza en una reunión denominada Comité oncológico.

Existen varias formas para tratar un cáncer colorrectal. El médico tratante, en conjunto con el Comité Oncológico, definirán la mejor opción para cada paciente.

 

Los tratamientos más importantes para el cáncer de colon son la cirugía y la quimioterapia, más algunas terapias dirigidas. Para el cáncer de recto, se usan estos mismos tratamientos más la radioterapia, la que en general se entrega previo a la cirugía y en conjunto con quimioterapia.

 

  1. Cirugía: se realiza en la mayor parte de los pacientes. En tumores en etapas iniciales de colon (sin metástasis), se puede realizar una resección del segmento comprometido, más los ganglios cercanos. Una vez analizada la biopsia, se definirá si el paciente requiere quimioterapia para completar el tratamiento.

 

En pacientes con cáncer de recto, en general se inicia con un tratamiento de radioterapia combinado con quimioterapia, con el fin de disminuir el tamaño del tumor y así hacer una cirugía más limitada, permitiendo conservar la función del ano. Esta estrategia ha demostrado además que disminuye el riesgo de recaída en el futuro. Posterior a la cirugía, algunos pacientes recibirán quimioterapia, según el resultado de la biopsia quirúrgica.

 

  1. Radioterapia: consiste en destruir células cancerosas con rayos de alta energía. Esta radiación se entrega en unos equipos llamados aceleradores lineales, los que irradian a distancia el tumor rectal y los ganglios que pudiesen estar comprometidos. 

 

  1. Quimioterapia: consiste en la entrega de drogas por vía endovenosa o en comprimidos orales, las que llegan a todo el organismo y atacan a las células tumorales circulantes o en las metástasis, si están presentes. La quimioterapia es aplicada en ciclos y puede durar varios meses. En general se entrega una mezcla de drogas. 

4. Terapias dirigidas: consisten en medicamentos específicos que atacan a la célula cancerosa a través de ciertas proteínas que se encuentran en su superficie.

Los tratamientos mencionados tienen distintos efectos secundarios. Algunos son inmediatos (agudos, días o semanas después de aplicado) y otros son a largo plazo (meses o años después del tratamiento). 

  1. Cirugía: los efectos secundarios de una cirugía para cáncer colorrectal en general son pocos. Eventualmente, pueden haber complicaciones postoperatorias como infecciones. 

 

En gran parte de los pacientes se realiza una colostomía, la que consiste en conectar el intestino a la pared abdominal, por donde se eliminan las deposiciones en una bolsa especial para ello. Este procedimiento tiene como objetivo el proteger el intestino sano mientras se realiza el tratamiento complementario a la cirugía. Meses después del tratamiento, se reconstituye el tránsito intestinal con una nueva cirugía. En algunos casos de cáncer de recto es necesario extraer el canal anal, por lo que esos pacientes usan una colostomía de manera permanente. 

 

  1. Radioterapia: puede producir enrojecimiento de la piel y algunas heridas al finalizar las sesiones, las que se recuperan rápidamente con curaciones. Es frecuente presentar cansancio y exceso de sueño durante el tratamiento. También es común presentar diarrea, náuseas o vómitos y dolor abdominal durante las semanas que dura la terapia. 

3. Quimioterapia: puede producir fatiga, náuseas, vómitos y dolor abdominal, entre otros. En general son efectos transitorios y que pueden ser prevenidos con medicamentos durante los ciclos o con medicamentos en los días posteriores

El cáncer colorrectal es una enfermedad considerada dentro de las Garantías Explicitas en Salud GES. A ellas pueden acceder personas afiliadas a FONASA O ISAPRE de 15 años y más con sospecha y diagnóstico de tumor maligno alojado dentro de las paredes del intestino grueso, desde la sospecha realizada por un/a profesional médico/a.

En el caso de estar afiliado a FONASA, el paciente será derivado al centro de salud que le corresponde según su domicilio: CESFAM, CECOF o Consultorio para sospecha y en Centro de Diagnóstico Terapéutico (CDT), Centro de Referencia de Salud (CRS) u Hospital para diagnóstico, tratamiento y seguimiento. Los costos asociados están cubiertos en un 100% en la red pública.

En el caso de ser un paciente ISAPRE, esta institución definirá el Centro Médico Privado o Clínica Privada al que será derivado. Los afiliados a ISAPRE pagan el 20% de la prestación -según el arancel de referencia disponible en cada ISAPRE –. Además, puede solicitar la Cobertura Adicional para Enfermedades Catastróficas CAEC, cuya activación debe ser iniciada por el paciente.

Para los afiliados de FONASA o ISAPRE, GES cubre desde la sospecha, hasta el diagnóstico, tratamiento y seguimiento. Los tiempos de espera asociados a estas garantías son iguales tanto para FONASA como para ISAPRE, los cuales se describen a continuación:

  • El diagnóstico tiene un tiempo de espera de 45 días desde la sospecha.
  • La etapificación tiene un tiempo de espera de 45 días desde la confirmación diagnóstica.
  • Los tratamientos primarios y adyuvantes tienen un tiempo de espera de 30 días desde la indicación médica. La cirugía de reconstrucción de tránsito intestinal o cierre de colostomía considera un tiempo de espera de 45 días.
  • Para el seguimiento, el primer control considera un tiempo de espera de 90 días desde la indicación médica.

Las personas aseguradas en los Sistemas de Salud Previsional de las Fuerzas Armadas (CAPREDENA) y de Orden y Seguridad Pública y Gendarmería de Chile (DIPRECA) tienen cobertura en las prestaciones de salud disponibles en su red asistencial.

Terminar el tratamiento es un motivo de alegría y descanso. Posteriormente a ello el médico citará al paciente cada cierta cantidad de tiempo para realizar los controles de seguimiento, en donde se evalúa el estado general del paciente, efectos de los tratamientos y se buscan signos de recaída de la enfermedad.

En el caso del cáncer colorrectal, este seguimiento puede durar de por vida, aunque los primeros años es frecuente para luego ser más alejado en el tiempo (una vez al año).

Cada año posterior al tratamiento se debe realizar una colonoscopía para detectar lesiones en el resto del intestino, pues existe un mayor riesgo de tener un segundo cáncer. El médico puede solicitar algunos exámenes de imagen para descartar aparición de metástasis, de acuerdo a la evaluación de síntomas que refiera el paciente.