Es el tipo de cáncer que se desarrolla en el intestino grueso. Cuando el tumor se ubica en la parte final del colon, denominada recto, se denomina cáncer de recto.
Este cáncer sucede por un crecimiento anormal de células de los tejidos del colon o del recto, las que pueden afectar localmente al órgano y, en etapas más avanzadas, producir metástasis en otras partes del cuerpo.
Los síntomas más frecuentes de las personas que sufren un cáncer colorrectal son:
En caso de presentar estos síntomas, se debe acudir al médico, el cual le solicitará algunos exámenes, entre ellos una colonoscopía, la que permite diagnosticar el tumor y tomar una biopsia de este mismo.
Puede pasar que se detecte el tumor en el servicio de urgencia y la solución, la mayoría de las veces, es una cirugía de urgencia.
Hay varios factores de riesgo que se asocian a la aparición de un cáncer colorrectal. Entre los principales están:
Alguno de los factores de riesgo para tener un cáncer colorrectal están asociados a estilo de vida y hábitos. Las recomendaciones para evitar sufrir este cáncer son:
La detección oportuna de un cáncer colorrectal corresponde a la que se realiza antes de que la persona tenga síntomas de la enfermedad. Mientras más pequeño y menos avanzado se detecte un cáncer colorrectal, mejor es su pronóstico y menos agresivo el tratamiento oncológico.
En Chile, no existe un programa de detección precoz o tamizaje. Algunas guías internacionales recomiendan realizar los siguientes exámenes:
En algunos casos puede encontrarse un tumor de tamaño pequeño denominado pólipo que, al resecarse, puede mostrar células cancerosas o células alteradas precursoras de un cáncer en el futuro.
Los síntomas más frecuentes de las personas que sufren un cáncer colorrectal son:
En caso de presentar estos síntomas, la persona debe acudir a su médico, el cual le solicitará algunos exámenes, entre ellos una colonoscopía, que permite diagnosticar el tumor y tomar una biopsia de este mismo.
En caso de personas que se realizan exámenes de detección precoz como test de hemorragias fecales ocultas y colonoscopías, puede encontrarse un tumor de pequeño tamaño denominado pólipo, que al resecarse puede mostrar células cancerosas o células alteradas precursoras de un cáncer en el futuro.
En el caso que se sospeche un cáncer de colon o recto, el médico puede solicitar los siguientes exámenes:
• Tomografía por emisión de positrones (PET-CT): es un examen que permite detectar metástasis en cualquier parte del cuerpo.
Si la biopsia confirma que la persona tiene un cáncer colorrectal, se realizan algunos exámenes para definir si el tumor se ha diseminado a otros órganos, lo que se conoce como presencia de metástasis. Este proceso se conoce como etapificación.
Para una adecuada etapificación de un cáncer colorrectal, el médico puede solicitar los siguientes exámenes (no todos necesariamente, esto depende del cuadro clínico del paciente):
En general, el cáncer colorrectal puede presentar metástasis en los ganglios cercanos al tumor. En cuanto a metástasis en otros órganos, los más frecuentes son en hígado, pulmones y hueso.
Una vez el paciente es sometido a una cirugía para extraer el tumor del colon, más los ganglios cercanos, el médico patólogo informa en la biopsia el tamaño del tumor, los niveles de la pared del colon que invade y la presencia de metástasis en los ganglios. Esto también permite realizar la etapificación del caso y definir si se requiere algún tratamiento complementario como quimioterapia, radioterapia o terapias dirigidas.
Una vez completada la etapificación preoperatoria y la posterior a la cirugía, el paciente puede ser clasificado en etapa 1, 2, 3 ó 4. La 1 es la con menor avance de enfermedad y mejor pronóstico y la 4 es cuando se presenta metástasis en algún órgano, con menos probabilidad de recuperarse con los tratamientos de manera definitiva.
El médico, en conjunto con otros especialistas, definirá el tratamiento más adecuado según la etapa del cáncer en que se encuentre la persona. Esta definición se realiza en una reunión denominada Comité oncológico.
Existen varias formas para tratar un cáncer colorrectal. El médico tratante, en conjunto con el Comité Oncológico, definirán la mejor opción para cada paciente.
Los tratamientos más importantes para el cáncer de colon son la cirugía y la quimioterapia, más algunas terapias dirigidas. Para el cáncer de recto, se usan estos mismos tratamientos más la radioterapia, la que en general se entrega previo a la cirugía y en conjunto con quimioterapia.
En pacientes con cáncer de recto, en general se inicia con un tratamiento de radioterapia combinado con quimioterapia, con el fin de disminuir el tamaño del tumor y así hacer una cirugía más limitada, permitiendo conservar la función del ano. Esta estrategia ha demostrado además que disminuye el riesgo de recaída en el futuro. Posterior a la cirugía, algunos pacientes recibirán quimioterapia, según el resultado de la biopsia quirúrgica.
4. Terapias dirigidas: consisten en medicamentos específicos que atacan a la célula cancerosa a través de ciertas proteínas que se encuentran en su superficie.
Los tratamientos mencionados tienen distintos efectos secundarios. Algunos son inmediatos (agudos, días o semanas después de aplicado) y otros son a largo plazo (meses o años después del tratamiento).
En gran parte de los pacientes se realiza una colostomía, la que consiste en conectar el intestino a la pared abdominal, por donde se eliminan las deposiciones en una bolsa especial para ello. Este procedimiento tiene como objetivo el proteger el intestino sano mientras se realiza el tratamiento complementario a la cirugía. Meses después del tratamiento, se reconstituye el tránsito intestinal con una nueva cirugía. En algunos casos de cáncer de recto es necesario extraer el canal anal, por lo que esos pacientes usan una colostomía de manera permanente.
3. Quimioterapia: puede producir fatiga, náuseas, vómitos y dolor abdominal, entre otros. En general son efectos transitorios y que pueden ser prevenidos con medicamentos durante los ciclos o con medicamentos en los días posteriores
El cáncer colorrectal es una enfermedad considerada dentro de las Garantías Explicitas en Salud GES. A ellas pueden acceder personas afiliadas a FONASA O ISAPRE de 15 años y más con sospecha y diagnóstico de tumor maligno alojado dentro de las paredes del intestino grueso, desde la sospecha realizada por un/a profesional médico/a.
En el caso de estar afiliado a FONASA, el paciente será derivado al centro de salud que le corresponde según su domicilio: CESFAM, CECOF o Consultorio para sospecha y en Centro de Diagnóstico Terapéutico (CDT), Centro de Referencia de Salud (CRS) u Hospital para diagnóstico, tratamiento y seguimiento. Los costos asociados están cubiertos en un 100% en la red pública.
En el caso de ser un paciente ISAPRE, esta institución definirá el Centro Médico Privado o Clínica Privada al que será derivado. Los afiliados a ISAPRE pagan el 20% de la prestación -según el arancel de referencia disponible en cada ISAPRE –. Además, puede solicitar la Cobertura Adicional para Enfermedades Catastróficas CAEC, cuya activación debe ser iniciada por el paciente.
Para los afiliados de FONASA o ISAPRE, GES cubre desde la sospecha, hasta el diagnóstico, tratamiento y seguimiento. Los tiempos de espera asociados a estas garantías son iguales tanto para FONASA como para ISAPRE, los cuales se describen a continuación:
Las personas aseguradas en los Sistemas de Salud Previsional de las Fuerzas Armadas (CAPREDENA) y de Orden y Seguridad Pública y Gendarmería de Chile (DIPRECA) tienen cobertura en las prestaciones de salud disponibles en su red asistencial.
Terminar el tratamiento es un motivo de alegría y descanso. Posteriormente a ello el médico citará al paciente cada cierta cantidad de tiempo para realizar los controles de seguimiento, en donde se evalúa el estado general del paciente, efectos de los tratamientos y se buscan signos de recaída de la enfermedad.
En el caso del cáncer colorrectal, este seguimiento puede durar de por vida, aunque los primeros años es frecuente para luego ser más alejado en el tiempo (una vez al año).
Cada año posterior al tratamiento se debe realizar una colonoscopía para detectar lesiones en el resto del intestino, pues existe un mayor riesgo de tener un segundo cáncer. El médico puede solicitar algunos exámenes de imagen para descartar aparición de metástasis, de acuerdo a la evaluación de síntomas que refiera el paciente.